Amanece y hay polvo
donde dormías, amor.
Basta mirar por la ventana
para sentir como la herida reencarna.
Tiento la hebra y ya no está caliente,
aunque el humo emana.
Huelo a tu ausencia
como las piedras
conservan el rastro del cultivo primitivo
al que regresas, ahora que te marchas.
Amor, qué pasará mañana.
¿Tendrá misericordia el polvo
y se tragará tus huellas,
tus últimos pasos, mis lágrimas?
¿Esas son tus pisadas o eran las mías?
¿Extrañarás tus mañanas?
Aquí ya sobran, no hay tramas.
Amor, la noche me abarca.
La encuentro en el café
abandonado que se enfría
en una esquina de la infinita mesa
en la que disecciono mi alma.
Amor, hay polvo,
donde antes soñabas.