Gota a gota…

Regresaste en un latido

y contigo volvió el sonido. 


Había olvidado la gota

que constante ha caído

entre tu ausencia y el olvido.


Desde ayer

es el único espacio que habito, 

rodeado de ecos negros, 

silentes e infinitos.


Hipnotizado por la caída, 

miro el agua romper en el piso. 


Con la siguiente gota, te olvido. 

En la siguiente, juro que me levanto y sigo. 

A la próxima, cruzo la grieta

y encuentro el camino. 


Cuánto tiempo más

seguirás conmigo.

Cuántas veces más

me mentiré a mí mismo. 


En la gota que viene, juro que me despido.

Con la siguiente, ahora sí, te olvido.

Será en la próxima.

No, en la que sigue.


Y así sigo,

gota a gota,

sigo y sigo…

Despierto

Cada mañana, 

me acompaño de tus ojos,

de tus bordes, de tus roces.



Amanezco abandonado en tu playa,

en tu espalda, en tus voces. 



Si me acorrala el frío, 

recorro las cuevas que guardan tu aroma

y me vacío en tus memorias, 

aferrado a pedazos de historias.



Extraño tu nombre en el teléfono,

bastaba verlo o sentirlo vibrar

para saber que regresabas a mí.



Los días abandonaron las horas, 

se repiten rememorando nuestros ecos,

nuestras derrotas, nuestras glorias.



La casa remodeló los cuartos y los convirtió en momentos.



Desayuno en nuestro primer beso,

enciendo la televisión en nuestro primer pleito.

Ceno en nuestra primera cita

y duermo en el momento justo 

en que renunciábamos al sueño.



Cada mañana despierto y

existo en tu ausencia

porque, sólo entonces, estás aquí.

Ojalá mañana

En un segundo, la noche se instala.

Al tiempo que se siembra,

florece y se enraíza.


Extendida, se vierte,

entre tus arterias,

en cada conducto que cargas.


En el epicentro: un hueco.

Cruzándolo, una ancla,

pesada, que se hunde y te arrastra.


El tiempo desaparece.


En donde debería de haber un presente,

hay mil pasados sin futuro que duelen; 

que se aferran a tus raíces

más nuevas y las hieren.


El cuerpo pierde fuerza,

y de a poco, se duerme.

La carne ya no es carne,

los huesos están secos.


Te ocupa la oscuridad eterna

de lo que por no existir se muere.


No hay, no es, no nada.


Hoy no, 

quizá mañana.

Hoy no, 

ojalá mañana.