Cargar el propio peso,
de tanto en tanto,
calibrar lo que se va sumando
y seguir andando.
¿Podré con esto o con aquello?
¿Tengo que decidir ahora o puedo luego?
Seguir andando,
como si quedara tiempo.
Arrastrar los pies e
ignorar lo que ocurre adentro.
Sentir el piso devorando el cuerpo.
Arrastrar los pies hasta gastar los huesos.
¿Podré con esto o con aquello?
Lanzar la cuerda hasta el otro extremo,
tirar con las manos sin renunciar al peso,
sin saber que lo que se abandonará será el propio cuerpo,
y con él, el presente tiempo.
Entonces, se libera el alma que se niega a tejerse otro cuerpo.
Antes, sentirlo todo, porque el escudo quedó ya lejos,
ser fuego, agua, tierra y viento.
Estar, recordar que sólo basta con estar.
Ser, recordar que sólo basta con ser.
Abandonarse en el propio mar y seguir viviendo.
Descubrir en los muros un futuro nuevo.
Renunciar al eterno comienzo,
porque nada acabó,
es sólo otro espacio y otro tiempo.
Ser, sabiendo que no habrá tiempo,
estar, sabiendo que no habrá espacio.
Decidir ahora, porque luego, ya no hay luego.
Lo que hay, es esto y no aquello.
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